viernes, 3 de diciembre de 2010

El general

Es difícil decir de qué trata El General, documental de Natalia Almada, bisnieta de Plutarco Elías Calles. El espectador sagaz intuiría: sobre la figura que anuncia el cartel de la película. Pero es más complicado que eso. Sí, en el fondo se esboza la sombra del personaje que presidió a la nación de 1924 a 1928. No obstante, en la superficie hay toda clase de referencias, tan disparatadas como heterogéneas. En la cinta conviven imágenes de Calles, acompañadas por la endeble voz de su hija, con estampas del México de la década de los veinte y treinta, así como con siluetas de vendedores ambulantes de la actualidad, escenas de la controversia desatada por las elecciones presidenciales de 2006, entrevistas con taxistas y comerciantes, secuencias de películas como Si yo fuera diputado, protagonizada por Cantinflas, o ¡Qué viva México! de Serguéi Eisenstein, o grabaciones de casas derrumbadas en Tepito, en la ciudad de México, entre muchas otras. Todo cabe en este documental. Sin embargo, la selección no es lo más grave, sino la forma y el propósito con que se utiliza. Las escenas intentan, sin éxito, vincular el pasado con el presente. Así, para Almada el territorio nacional de hoy es prácticamente el mismo que el de hace 80 años. Por ello pueden equipararse las demandas de los pueblos de ambas épocas. La voz narrativa, la de la propia autora, es inexacta: en un momento menciona que su bisabuelo, junto a Villa, Zapata, Obregón y otros, luchaban por acabar con 30 años de dictadura. ¿Realmente peleaban por eso? La cinta tiene otras fisuras, como la música, que no establece un diálogo con las imágenes que estimule la interpretación del espectador. Por películas como ésta dan ganas de que el cine mexicano no exista.

miércoles, 1 de diciembre de 2010

Biutiful*

Hagamos un ejercicio. Sintonicemos una telenovela, cerremos los ojos. ¿Entendemos la historia? Sí, el género televisivo utiliza las imágenes como mera ilustración de lo que los personajes dicen con palabras. Probemos con Biutiful. El resultado es el mismo. Salvo por las primeras dos secuencias (las manos en la penumbra, el encuentro en la nieve) y la final (el desdoblamiento del protagonista), la película más reciente de Alejandro González Iñárritu (México DF, 1963) es incapaz de producir sentido o de estimular la imaginación del espectador. Uxbal (Javier Bardem) es un hombre vinculado a la economía negra de Barcelona. Tiene dos hijos, una mujer inestable, la capacidad de hablar con los muertos. Y cáncer. Elogiado, a veces inexplicablemente, por películas como Amores perros (2000), 21 gramos (2003) y Babel (2006), todas proyectadas en festivales relevantes, el director mexicano es incapaz de construir una narrativa sólida. Los pasajes de Biutiful son confusos. Sobre todo el que ocurre en el bar, que inicia con un plano secuencia visualmente atractivo pero sin sentido dentro del conjunto: en ese videoclip no importa el diálogo multidisciplinario entre las imágenes y el sonido. Por lo demás, la magnífica fotografía de Rodrigo Prieto es desaprovechada: retrata superficialmente un problema como el de la inmigración.
*La Tempestad 75. Noviembre-diciembre, 2010