martes, 9 de junio de 2009

A favor de la piratería




Canal 22 emitió en su programa Noticias 22 del 9 de junio una discusión sobre la piratería de películas en México. La emisión cayó en todos los lugares comunes: que si el derecho de autor, que si la calidad, que si la ilegalidad, que si se mata al cine, que si las mafias, que si se apoya al crimen organizado, etc.
Hablaré aquí desde mi vivencia personal. Los DVDs piratas cuestan alrededor de 25 pesos. Una entrada al cine cuesta un poco más de cuarenta. A pesar de que la experiencia de ver un filme proyectado en una pantalla de cine no tiene comparación con la de verlo en televisión, también habría que señalar que las grandes cadenas de salas comerciales no siempre presentan el mejor servicio. A menudo las películas tienen fallas de sonido, el proyector está mal acomodado, los subtítulos no se ven. Sin mencionar que la emisión de las cintas se anuncia a una hora y comienza veinte minutos más tarde, luego de haber transmitido innumerables comerciales y abominables anuncios en contra de la piratería.

Cuando una persona va al cine, ¿quiénes son los beneficiados económicamente? ¿El autor, las productoras? Si es así, la piratería daña profundamente la creación cinematográfica. Sin embargo, la sensación es de que las grandes favorecidas son las cadenas que se encargan de proyectar los filmes. Un poco como sucede con los discos. Con la venta de éstos, ¿los músicos son los verdaderos subvencionados o cadenas como Mix-up? Recuerdo que cuando Carlos Reygadas presentaba Luz silenciosa alguien le preguntó sobre si le preocupaba que su película fuera copiada. El director mexicano respondió que lo que le interesaba era que la gente viera su cinta, y que él mismo se iba a encargar de repartir una copia para que la piratería la tuviera lo más pronto posible.


Por otro lado, existe un mercado de cinéfilos interesados en ver películas no comerciales. Algunas cintas de Tarkovsky, por ejemplo, cuestan 800 pesos en Mix-up. En cambio, en algunos tianguis se puede conseguir una copia por 30 pesos. ¿Quién será el perjudicado de esto, el director soviético? Bueno, murió hace más de 20 años, esperemos que no le afecte demasiado. El otro día encontré afuera de un centro comercial un puesto con Un tiro en la cabeza de Jaime Rosales. La compré al instante por 25 pesos y como sumé a mi adquisición un par de títulos más, al final el precio por cada disco fue de 20 pesos. Esa película seguramente no llegará a México en los próximos meses para su exhibición. Ni siquiera en festivales como el Ficco o la Muestra Internacional de Cine. Me pregunto cómo fue a parar a manos de la piratería de nuestro país. Por cierto, la calidad era espléndida y la cinta contenía la opción de observarla con los comentarios del director. En internet el tema es un poco más complejo. Lo único que puedo decir es que gracias a este medio he podido ver filmes que en México son prácticamente imposibles de conseguir. Bajé, entre otras, La mujer sin cabeza de Lucrecia Martel, Autobús 174 de José Padilha y un par de cintas de Chris Marker. Desafortunadamente todavía no averiguo cómo hacer para proyectar las copias en un reproductor de DVDs.